miércoles, 20 de noviembre de 2013

INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA

Institución Libre de Enseñanza
La Institución Libre de Enseñanza o ILE fue un famoso intento pedagógico que se realizó en España, inspirado en la filosofía de Karl Christian Friedrich Krause (Krausismo) que tuvo una repercusión excepcional en la vida intelectual de la nación, en la que desempeñó una labor fundamental de renovación.
Fue fundada en 1876 por un grupo de catedráticos (Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Teodoro Sainz Rueda y Nicolás Salmerón, entre otros) separados de la Universidad Central de Madrid por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a cualquier dogma oficial en materia religiosa, política o moral. En consecuencia, tuvieron que proseguir su labor educativa al margen del Estado creando un establecimiento educativo privado laico, que empezó en primer lugar por la enseñanza universitaria y después se extendió a la educación primaria y secundaria.
Apoyaron el proyecto los intelectuales más progresistas del país: Joaquín Costa, Augusto González de Linares, Hermenegildo Giner, Federico Rubio y otras personalidades comprometidas en la renovación educativa, cultural y social.


Tras la puesta en marcha del modelo político de Cánovas en 1875 mediante el "Decreto Orovio", se suspendió la libertad de cátedra en España «si se atentaba contra los dogmas de fe», para afianzar un principio integrista que hacía de la nación un proyecto sostenido en la voluntad divina, como defendía Cánovas. Su aplicación apartó a muchos intelectuales de la Universidad, originando la creación de la Institución Libre de Enseñanza, en 1876.1
A partir de 1881 empezaron a enseñar en la ILE profesores formados en ella (Manuel Bartolomé Cossío, que sucederá a Giner al frente de la Institución, Ricardo Rubio, Pedro Blanco, Ángel do Rego, José Ontañón, Pedro Jiménez-Landi, etc.), realizando una labor que consolidó el proyecto y aseguró su futuro, de forma que hasta la Guerra Civil de 1936 se convirtió en el centro de toda una época de la cultura española y en cauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas extranjeras.
Así lo testifica la nómina de colaboradores del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza: Bertrand Russell, Henri Bergson, Charles Darwin, John Dewey, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, María Montessori, León Tolstoi, H. G. Wells, Rabindranath Tagore, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Azorín, Eugenio d'Ors o Ramón Pérez de Ayala, algunas de ellas íntimamente vinculadas con la Institución, como Julián Sanz del Río, Antonio Machado Álvarez, Antonio Machado y su hermano Manuel Machado, Julio Rey Pastor, Constancio Bernaldo de Quirós, Luis Simarro, Nicolás Achúcarro, Francisco Barnés Salinas o Alice Pestana.
Asimismo, a través de una red de institutos asociados a la ILE se investigó sobre el pasado español (el llamado Centro de Estudios Históricos, dirigido por el fundador de la escuela filológica española, Ramón Menéndez Pidal) o se puso en contacto a las elites artísticas con las vanguardias europeas (Residencia de Estudiantes, organizada por Alberto Jiménez Fraud) y científicas (Junta para Ampliación de Estudios, organizada por el institucionista José Castillejo).
La generación del 27 es, en cierta manera, una emanación de la Institución Libre de Enseñanza, y obra de la ILE fue, sin duda alguna, alcanzar la sintonía cultural y científica con Europa poco antes de que todo este esfuerzo de modernización se viniera abajo con la Guerra Civil Española, durante la cual se confiscaron todos sus bienes y la mayoría de los institucionistas tuvo que marchar al exilio, mientras que los que se quedaron hubieron de enfrentarse a la censura, la persecución solapada o abierta o el ninguneo de su labor, que era considerada antinacional y antihispánica por sus detractores. Fuera, el exilio se dispersó por Europa y sobre todo Hispanoamérica, donde ejerció una labor fecundadora de la vida cultural de esos países.
Hoy en día, los fondos de la ILE son gestionados por la Fundación Francisco Giner de los Ríos, creada para dicho fin.


El influjo de la ILE fue determinante para que los poderes públicos emprendieran una serie de reformas que España necesitaba en los terrenos jurídico, educativo y social. Se crearon organismos, como el Museo Pedagógico Nacional y la Junta para Ampliación de Estudios, cuyo cometido era enviar estudiantes becados a estudiar al extranjero.
De ella dependían los ya citados Centro de Estudios Históricos, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales y la Residencia de Estudiantes establecida en la calle Pinar de Madrid, auténtico vivero de escritores y artistas y lugar donde Albert Einstein dio una de las conferencias que ofreció en su viaje a España en 1923. Los intentos de renovación pedagógica cristalizaron desde 1907 hasta 1936 en iniciativas pioneras, como el Instituto Escuela, las colonias escolares de vacaciones, la Universidad Internacional de Verano de Santander o las llamadas Misiones pedagógicas que actuaron bajo el amparo de la Segunda República con el fin de divulgar la cultura entre los pueblos de la España profunda donde jamás había llegado.
Tras la muerte en 1915 de su principal inspirador, Francisco Giner de los Ríos, se creó la fundación que lleva su nombre el 14 de junio de 1916 con el encargo de velar por el patrimonio de la ILE y proseguir su tarea educadora. Desde 1916 hasta 1936 publicó las Obras Completas de Giner.
Existen todavía instituciones educativas que, vinculadas a la actual Fundación Giner de los Ríos, continúan impartiendo, con ciertas variantes, el modelo pedagógico de la ILE. Así, cabe destacar el Colegio Estudio, pionero, fundado en 1940 por Jimena Menéndez Pidal, Ángeles Gasset y Carmen García del Diestro, y que ha formado a conocidos intelectuales y políticos españoles, pero también los Colegios Base o Estilo.

Otro de los casos más curiosos y cuya estela aún se puede observar hoy en día es el Colegio Fingoy, en la ciudad de Lugo, fundado en 1950 por Antonio Fernández López, empresario y filántropo gallego, con intención de desarrollar el ideario de la Institución Libre de Enseñanza en la España franquista. De ideas progresistas y galleguistas, Antonio Fernández López había conocido la experiencia de la Residencia de Estudiantes, promovida por la Junta de Ampliación de Estudios, en el Madrid de los años veinte y treinta. Al regresar a Galicia decidió promover un centro de estudios con estos mismos principios en la ciudad de Lugo a fin de que pudieran estudiar sus 12 hijos y los de sus hermanos Manuel y Conchita, también residentes en la ciudad, conocidos como los Hijos de Antón de Marcos. Fue el segundo colegio mixto que se abrió en la España franquista y en él se impartían clases de agricultura, de teatro, de música y danza gallega. Fue dirigido durante los primeros años por Ricardo Carballo Calero, profesor e intelectual galleguista, represaliado por el régimen de Franco. En el dieron clases destacados intelectuales y artistas gallegos, como Xosé Luis Méndez Ferrín, hoy Presidente de la Real Academia Galega, Bernardino Graña o Pacios. También creó el Centro de Estudios Fingoy y la experiencia de la Granja de Barreiros, regidos por los mismos principios.


                                     
                                              Margarita en La Residencia


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                                                 El Transatlántico




                                                           Banco del Duque de Alba


                                      Recreación de un dormitorio




Adelfas plantadas por Juan Ramón Jiménez.


Residencia de Estudiantes


La Residencia de Estudiantes de Madrid es un centro fundado en 1910 por la Junta para Ampliación de Estudios, producto directo de las ideas renovadoras que había iniciado en España el krausista Francisco Giner de los Ríos con la fundación en 1876 de la Institución Libre de Enseñanza. Desde el primer momento quiso ser un complemento educativo a la universidad en el que se formaran los hijos de las clases dirigentes liberales, y de 1910 a 1939 fue uno de los principales núcleos de modernización científica y educativa de España.
Fue declarada en el año 2007 Patrimonio europeo.

Se estableció al principio en el número 14 de la calle Fortuny, en un edificio espartano en el que se contaba con lo imprescindible. Comenzó con quince alumnos pero pronto, gracias a unas muy buenas relaciones sociales que llegaban hasta el rey Alfonso XIII de España, consiguió gran importancia.
En 1915 se traslada a la que será su sede definitiva en los Altos del Hipódromo (la "Colina los Chopos" según el nombre que le dio Juan Ramón Jiménez), una serie de edificios modernos de estilo neomudéjar provistos de los mejores adelantos de la época con unas instalaciones en las que la luz y el sol eran los protagonistas. Se había empezado a construir en 1913 con un proyecto del arquitecto Antonio Flórez Urdapilleta (1877-1941).
Un hombre vinculado a la Institución Libre de Enseñanza y al krausismo, Alberto Jiménez Fraud, fue su director en esta primera época y bajo su dirección la Residencia se convirtió en un vivero de convivencia, creación e intercambio artístico y científico de la Europa de entreguerras.
Primera época
En esta primera época coincidieron en la Residencia y se hicieron amigos tres importantes figuras de la cultura española del siglo XX: el cineasta Luis Buñuel, el poeta Federico García Lorca y el pintor Salvador Dalí. A este grupo de amigos hay que añadir los nombres del ingeniero José Bello, «Pepín Bello», el más longevo habitante de la institución y creador de muchas ideas que más tarde se atribuyeron a otros, del compositor Salvador Bacarisse y de José Moreno Villa. Otro asiduo a las reuniones que el grupo realizaba en la Residencia fue Rafael Alberti que dedicó algunas páginas de su autobiografía La arboleda perdida a narrar sus vivencias en la Residencia. El poeta Jorge Guillén fue residente en esta primera época y Juan Ramón Jiménez uno de sus más asiduos invitados. También el científico Severo Ochoa fue residente y otros muchos miembros de la intelectualidad de aquellos años: Miguel de Unamuno, Rafael Alberti, Alfonso Reyes Ochoa, Manuel de Falla, José Ortega y Gasset, Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio d'Ors, Manuel Altolaguirre y tantos otros.
Los conciertos también abundaban en la Residencia y en uno de sus salones, hoy convertido en sala de conferencias, puede verse todavía el piano de cola en el que Federico García Lorca tocaba habitualmente. Era un asiduo de esas veladas musicales, que se desarrollaban en un día fijo de la semana, el poeta Gerardo Diego, que también sería crítico musical. La compañía teatral La Barraca ensayaba regularmente en el auditorio y dio allí varias representaciones.
Había en la Residencia de Estudiantes una buena biblioteca, clases de idiomas gratuitas y varios laboratorios de ciencia experimental, en los cuales trabajaban hombres como Severo Ochoa, Juan Negrín, Blas Cabrera, Antonio Madinaveitia, Luis Calandre, Sacristán, el lingüista Tomás Navarro Tomás, el médico Francisco Jiménez García y otros.
Las instalaciones, el menú, la «disciplina» sugerida y nunca impuesta, así como la libertad de la que gozaban los residentes causaban admiración en todo aquel que la visitaba. Figuras intelectuales de primer orden eran invitadas a menudo a comer, a impartir conferencias, a intervenir en las tertulias, o a organizar exposiciones.
Por el salón de conferencias pasaron las más altas personalidades de la cultura española y extranjera. Alberto Jiménez logró que Henri Bergson hablara a los residentes. Posteriormente pasaron por la Residencia, Einstein, Howard Carter, Gilbert Keith Chesterton, Paul Valéry, Marie Curie,2 Ígor Stravinski, Paul Claudel, Louis de Broglie, Herbert George Wells, Max Jacob, Le Corbusier, Keynes... Fueron residentes Alfonso Reyes Ochoa, Julián Besteiro, Santiago Ramón y Cajal, Manuel de Falla, Unamuno, Eugenio d'Ors, Federico de Onís, Valle-Inclán, Manuel Machado, León Felipe, Zulueta y tantos otros.
Guerra civil
Antes de la Guerra Civil Española de 1936, se proyectó y empezó a construir un nuevo edificio para la Residencia de Estudiantes en la ciudad Universitaria de Madrid, según proyecto de Luis Lacasa Navarro, obra que se interrumpió, antes de su inauguración, por la guerra que tuvo en la zona uno de sus frentes más activos. Al término de la guerra y tras la condena a inhabilitación perpetua del arquitecto Luis Lacasa por el régimen, las obras fueron encomendadas al arquitecto Javier Barroso. Una vez terminadas, en 1943 se inauguró en sus locales una residencia para estudiantes universitarios con el nombre de Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, bajo la dirección de Pedro Laín Entralgo. Poco más tarde el colegio mayor se fraccionó en varios: colegio Mayor Antonio de Nebrija y colegio Mayor Covarrubias, además del Colegio Cisneros.
Con la guerra civil, las actividades de la Residencia de Estudiantes terminaron abruptamente, a la vez que se dio por concluida la Edad de Plata de las letras y ciencias españolas. Durante la contienda y como recurso para salvar el edificio y su magnífica biblioteca, fue ofrecido como sede de un hospital y sucesivamente un orfanato y un cuartel de carabineros, que en efecto se alojaron allí durante un tiempo.
Con la instauración de la dictadura de Francisco Franco, buena parte de sus residentes y profesores (así como su director Alberto Jiménez Fraud) se vieron forzados a exiliarse al extranjero o silenciados en un exilio interior. A partir de 1939, se clausuró la Junta de Ampliación de Estudios y la mayor parte de las instalaciones de la "Colina de los Chopos" pasaron a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Sobre el Auditórium de la Residencia se erigió la iglesia del Espíritu Santo, obra de Miguel Fisac, confiada al cuidado de sacerdotes del Opus Dei. En 1943 se trasladaron los 16.000 libros de la biblioteca de la antigua Residencia de Estudiantes al recién creado Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, en la Universidad de Madrid, actualmente Universidad Complutense. Se desconoció el paradero de los libros hasta 2010, cuando el director del colegio mayor, el profesor José Luis González Llavona, logró rescatar y catalogar 2.301 volúmenes.3
Segunda época
En las décadas finales del siglo XX se acometió su restauración integral con el proyecto de recuperar el viejo espíritu y las actividades para las que las instalaciones fueron diseñadas. La recuperación arquitectónica corrió a cargo de los arquitectos Estanislao Pérez Pita y Jerónimo Junquera. La segunda época se abrió el año 1986. La Residencia de Estudiantes es en la actualidad una fundación privada, creada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de cuyo Patronato, presidido por la Ministra de Ciencia e Innovación y el Ministro de Educación, forman parte el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, el Ministerio de Cultura, el CSIC, el Consejo Superior de Deportes, la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid, la Junta de Andalucía, el Gobierno de Aragón, Caja Madrid, el BBVA, Telefónica, GlaxoSmithKline, la Fundación Carolina, la Fundación Cajasol y los Amigos de la Residencia de Estudiantes.
Actualmente se dedica a la recuperación de la memoria histórica de la llamada Edad de Plata de la cultura española [1868–1936] a través de la celebración de actos públicos y exposiciones, y del rescate documental de su Centro de Documentación. Éste dispone de importantes fondos bibliográficos y documentales, principalmente del primer tercio del siglo XX, entre los que destacan los archivos particulares de Federico García Lorca, Luis Cernuda, Jesús Bal y Gay, Fernando de los Ríos o León Sánchez Cuesta, y de instituciones como la Junta para la Ampliación de Estudios o el Museo Pedagógico Nacional.

                                                        Fachada principal
             



Recepción

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