Institución Libre de Enseñanza
La Institución Libre de Enseñanza o ILE fue un famoso intento pedagógico
que se realizó en España, inspirado en la filosofía de Karl Christian Friedrich
Krause (Krausismo) que tuvo una repercusión excepcional en la vida intelectual
de la nación, en la que desempeñó una labor fundamental de renovación.
Fue fundada en 1876 por un grupo de catedráticos (Francisco Giner de los
Ríos, Gumersindo de Azcárate, Teodoro Sainz Rueda y Nicolás Salmerón, entre
otros) separados de la Universidad Central de Madrid por defender la libertad
de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a cualquier dogma oficial en
materia religiosa, política o moral. En consecuencia, tuvieron que proseguir su
labor educativa al margen del Estado creando un establecimiento educativo
privado laico, que empezó en primer lugar por la enseñanza universitaria y
después se extendió a la educación primaria y secundaria.
Apoyaron el proyecto los intelectuales más progresistas del país: Joaquín
Costa, Augusto González de Linares, Hermenegildo Giner, Federico Rubio y otras
personalidades comprometidas en la renovación educativa, cultural y social.
Tras la puesta en marcha del modelo político de Cánovas en 1875 mediante
el "Decreto Orovio", se suspendió la libertad de cátedra en España
«si se atentaba contra los dogmas de fe», para afianzar un principio integrista
que hacía de la nación un proyecto sostenido en la voluntad divina, como
defendía Cánovas. Su aplicación apartó a muchos intelectuales de la
Universidad, originando la creación de la Institución Libre de Enseñanza, en
1876.1
A partir de 1881 empezaron a enseñar en la ILE profesores formados en
ella (Manuel Bartolomé Cossío, que sucederá a Giner al frente de la
Institución, Ricardo Rubio, Pedro Blanco, Ángel do Rego, José Ontañón, Pedro
Jiménez-Landi, etc.), realizando una labor que consolidó el proyecto y aseguró
su futuro, de forma que hasta la Guerra Civil de 1936 se convirtió en el centro
de toda una época de la cultura española y en cauce para la introducción en
España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas extranjeras.
Así lo testifica la nómina de colaboradores del Boletín de la
Institución Libre de Enseñanza: Bertrand Russell, Henri Bergson, Charles
Darwin, John Dewey, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, María
Montessori, León Tolstoi, H. G. Wells, Rabindranath Tagore, Juan Ramón Jiménez,
Gabriela Mistral, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Azorín, Eugenio
d'Ors o Ramón Pérez de Ayala, algunas de ellas íntimamente vinculadas con la
Institución, como Julián Sanz del Río, Antonio Machado Álvarez, Antonio Machado
y su hermano Manuel Machado, Julio Rey Pastor, Constancio Bernaldo de Quirós,
Luis Simarro, Nicolás Achúcarro, Francisco Barnés Salinas o Alice Pestana.
Asimismo, a través de una red de institutos asociados a la ILE se
investigó sobre el pasado español (el llamado Centro de Estudios Históricos,
dirigido por el fundador de la escuela filológica española, Ramón Menéndez
Pidal) o se puso en contacto a las elites artísticas con las vanguardias
europeas (Residencia de Estudiantes, organizada por Alberto Jiménez Fraud) y
científicas (Junta para Ampliación de Estudios, organizada por el
institucionista José Castillejo).
La generación del 27 es, en cierta manera, una emanación de la
Institución Libre de Enseñanza, y obra de la ILE fue, sin duda alguna, alcanzar
la sintonía cultural y científica con Europa poco antes de que todo este
esfuerzo de modernización se viniera abajo con la Guerra Civil Española, durante
la cual se confiscaron todos sus bienes y la mayoría de los institucionistas
tuvo que marchar al exilio, mientras que los que se quedaron hubieron de
enfrentarse a la censura, la persecución solapada o abierta o el ninguneo de su
labor, que era considerada antinacional y antihispánica por sus detractores.
Fuera, el exilio se dispersó por Europa y sobre todo Hispanoamérica, donde
ejerció una labor fecundadora de la vida cultural de esos países.
Hoy en día, los fondos de la ILE son gestionados por la Fundación
Francisco Giner de los Ríos, creada para dicho fin.
El influjo de la ILE fue determinante para que los poderes públicos
emprendieran una serie de reformas que España necesitaba en los terrenos
jurídico, educativo y social. Se crearon organismos, como el Museo Pedagógico
Nacional y la Junta para Ampliación de Estudios, cuyo cometido era enviar
estudiantes becados a estudiar al extranjero.
De ella dependían los ya citados Centro de Estudios Históricos, el
Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales y la Residencia de Estudiantes
establecida en la calle Pinar de Madrid, auténtico vivero de escritores y
artistas y lugar donde Albert Einstein dio una de las conferencias que ofreció
en su viaje a España en 1923. Los intentos de renovación pedagógica cristalizaron
desde 1907 hasta 1936 en iniciativas pioneras, como el Instituto Escuela, las
colonias escolares de vacaciones, la Universidad Internacional de Verano de
Santander o las llamadas Misiones pedagógicas que actuaron bajo el amparo de la
Segunda República con el fin de divulgar la cultura entre los pueblos de la
España profunda donde jamás había llegado.
Tras la muerte en 1915 de su principal inspirador, Francisco Giner de
los Ríos, se creó la fundación que lleva su nombre el 14 de junio de 1916 con
el encargo de velar por el patrimonio de la ILE y proseguir su tarea educadora.
Desde 1916 hasta 1936 publicó las Obras Completas de Giner.
Existen todavía instituciones educativas que, vinculadas a la actual
Fundación Giner de los Ríos, continúan impartiendo, con ciertas variantes, el
modelo pedagógico de la ILE. Así, cabe destacar el Colegio Estudio, pionero,
fundado en 1940 por Jimena Menéndez Pidal, Ángeles Gasset y Carmen García del
Diestro, y que ha formado a conocidos intelectuales y políticos españoles, pero
también los Colegios Base o Estilo.
Otro de los casos más curiosos y cuya estela aún se puede observar hoy
en día es el Colegio Fingoy, en la ciudad de Lugo, fundado en 1950 por Antonio
Fernández López, empresario y filántropo gallego, con intención de desarrollar
el ideario de la Institución Libre de Enseñanza en la España franquista. De
ideas progresistas y galleguistas, Antonio Fernández López había conocido la
experiencia de la Residencia de Estudiantes, promovida por la Junta de
Ampliación de Estudios, en el Madrid de los años veinte y treinta. Al regresar
a Galicia decidió promover un centro de estudios con estos mismos principios en
la ciudad de Lugo a fin de que pudieran estudiar sus 12 hijos y los de sus
hermanos Manuel y Conchita, también residentes en la ciudad, conocidos como los
Hijos de Antón de Marcos. Fue el segundo colegio mixto que se abrió en la
España franquista y en él se impartían clases de agricultura, de teatro, de
música y danza gallega. Fue dirigido durante los primeros años por Ricardo
Carballo Calero, profesor e intelectual galleguista, represaliado por el
régimen de Franco. En el dieron clases destacados intelectuales y artistas
gallegos, como Xosé Luis Méndez Ferrín, hoy Presidente de la Real Academia
Galega, Bernardino Graña o Pacios. También creó el Centro de Estudios Fingoy y
la experiencia de la Granja de Barreiros, regidos por los mismos principios.
Margarita en La Residencia
Dormitorios
Expositores
Salón de Actos
Laboratorio de Física y Química
Visitas importantes
Publicaciones
El Transatlántico
Banco del Duque de Alba
Recreación de un dormitorio
Adelfas plantadas por Juan Ramón Jiménez.
Residencia de Estudiantes
La Residencia de Estudiantes de Madrid es un centro fundado en 1910 por
la Junta para Ampliación de Estudios, producto directo de las ideas renovadoras
que había iniciado en España el krausista Francisco Giner de los Ríos con la
fundación en 1876 de la Institución Libre de Enseñanza. Desde el primer momento
quiso ser un complemento educativo a la universidad en el que se formaran los
hijos de las clases dirigentes liberales, y de 1910 a 1939 fue uno de los
principales núcleos de modernización científica y educativa de España.
Fue declarada en el año 2007 Patrimonio europeo.
Se estableció al principio en el número 14 de la calle Fortuny, en un
edificio espartano en el que se contaba con lo imprescindible. Comenzó con quince
alumnos pero pronto, gracias a unas muy buenas relaciones sociales que llegaban
hasta el rey Alfonso XIII de España, consiguió gran importancia.
En 1915 se traslada a la que será su sede definitiva en los Altos del
Hipódromo (la "Colina los Chopos" según el nombre que le dio Juan
Ramón Jiménez), una serie de edificios modernos de estilo neomudéjar provistos
de los mejores adelantos de la época con unas instalaciones en las que la luz y
el sol eran los protagonistas. Se había empezado a construir en 1913 con un
proyecto del arquitecto Antonio Flórez Urdapilleta (1877-1941).
Un hombre vinculado a la Institución Libre de Enseñanza y al krausismo,
Alberto Jiménez Fraud, fue su director en esta primera época y bajo su
dirección la Residencia se convirtió en un vivero de convivencia, creación e
intercambio artístico y científico de la Europa de entreguerras.
Primera época
En esta primera época coincidieron en la Residencia y se hicieron amigos
tres importantes figuras de la cultura española del siglo XX: el cineasta Luis
Buñuel, el poeta Federico García Lorca y el pintor Salvador Dalí. A este grupo
de amigos hay que añadir los nombres del ingeniero José Bello, «Pepín Bello»,
el más longevo habitante de la institución y creador de muchas ideas que más
tarde se atribuyeron a otros, del compositor Salvador Bacarisse y de José
Moreno Villa. Otro asiduo a las reuniones que el grupo realizaba en la
Residencia fue Rafael Alberti que dedicó algunas páginas de su autobiografía La
arboleda perdida a narrar sus vivencias en la Residencia. El poeta Jorge
Guillén fue residente en esta primera época y Juan Ramón Jiménez uno de sus más
asiduos invitados. También el científico Severo Ochoa fue residente y otros
muchos miembros de la intelectualidad de aquellos años: Miguel de Unamuno,
Rafael Alberti, Alfonso Reyes Ochoa, Manuel de Falla, José Ortega y Gasset,
Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio d'Ors, Manuel Altolaguirre y tantos otros.
Los conciertos también abundaban en la Residencia y en uno de sus
salones, hoy convertido en sala de conferencias, puede verse todavía el piano
de cola en el que Federico García Lorca tocaba habitualmente. Era un asiduo de
esas veladas musicales, que se desarrollaban en un día fijo de la semana, el
poeta Gerardo Diego, que también sería crítico musical. La compañía teatral La
Barraca ensayaba regularmente en el auditorio y dio allí varias
representaciones.
Había en la Residencia de Estudiantes una buena biblioteca, clases de
idiomas gratuitas y varios laboratorios de ciencia experimental, en los cuales
trabajaban hombres como Severo Ochoa, Juan Negrín, Blas Cabrera, Antonio
Madinaveitia, Luis Calandre, Sacristán, el lingüista Tomás Navarro Tomás, el
médico Francisco Jiménez García y otros.
Las instalaciones, el menú, la «disciplina» sugerida y nunca impuesta,
así como la libertad de la que gozaban los residentes causaban admiración en
todo aquel que la visitaba. Figuras intelectuales de primer orden eran
invitadas a menudo a comer, a impartir conferencias, a intervenir en las
tertulias, o a organizar exposiciones.
Por el salón de conferencias pasaron las más altas personalidades de la
cultura española y extranjera. Alberto Jiménez logró que Henri Bergson hablara
a los residentes. Posteriormente pasaron por la Residencia, Einstein, Howard
Carter, Gilbert Keith Chesterton, Paul Valéry, Marie Curie,2 Ígor Stravinski,
Paul Claudel, Louis de Broglie, Herbert George Wells, Max Jacob, Le Corbusier,
Keynes... Fueron residentes Alfonso Reyes Ochoa, Julián Besteiro, Santiago
Ramón y Cajal, Manuel de Falla, Unamuno, Eugenio d'Ors, Federico de Onís,
Valle-Inclán, Manuel Machado, León Felipe, Zulueta y tantos otros.
Guerra civil
Antes de la Guerra Civil Española de 1936, se proyectó y empezó a
construir un nuevo edificio para la Residencia de Estudiantes en la ciudad Universitaria
de Madrid, según proyecto de Luis Lacasa Navarro, obra que se interrumpió,
antes de su inauguración, por la guerra que tuvo en la zona uno de sus frentes
más activos. Al término de la guerra y tras la condena a inhabilitación
perpetua del arquitecto Luis Lacasa por el régimen, las obras fueron
encomendadas al arquitecto Javier Barroso. Una vez terminadas, en 1943 se
inauguró en sus locales una residencia para estudiantes universitarios con el
nombre de Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, bajo la dirección de Pedro Laín
Entralgo. Poco más tarde el colegio mayor se fraccionó en varios: colegio Mayor
Antonio de Nebrija y colegio Mayor Covarrubias, además del Colegio Cisneros.
Con la guerra civil, las actividades de la Residencia de Estudiantes
terminaron abruptamente, a la vez que se dio por concluida la Edad de Plata de
las letras y ciencias españolas. Durante la contienda y como recurso para
salvar el edificio y su magnífica biblioteca, fue ofrecido como sede de un
hospital y sucesivamente un orfanato y un cuartel de carabineros, que en efecto
se alojaron allí durante un tiempo.
Con la instauración de la dictadura de Francisco Franco, buena parte de
sus residentes y profesores (así como su director Alberto Jiménez Fraud) se
vieron forzados a exiliarse al extranjero o silenciados en un exilio interior.
A partir de 1939, se clausuró la Junta de Ampliación de Estudios y la mayor
parte de las instalaciones de la "Colina de los Chopos" pasaron a
depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Sobre el
Auditórium de la Residencia se erigió la iglesia del Espíritu Santo, obra de
Miguel Fisac, confiada al cuidado de sacerdotes del Opus Dei. En 1943 se
trasladaron los 16.000 libros de la biblioteca de la antigua Residencia de
Estudiantes al recién creado Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, en la
Universidad de Madrid, actualmente Universidad Complutense. Se desconoció el
paradero de los libros hasta 2010, cuando el director del colegio mayor, el
profesor José Luis González Llavona, logró rescatar y catalogar 2.301
volúmenes.3
Segunda época
En las décadas finales del siglo XX se acometió su restauración integral
con el proyecto de recuperar el viejo espíritu y las actividades para las que
las instalaciones fueron diseñadas. La recuperación arquitectónica corrió a
cargo de los arquitectos Estanislao Pérez Pita y Jerónimo Junquera. La segunda
época se abrió el año 1986. La Residencia de Estudiantes es en la actualidad
una fundación privada, creada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC), de cuyo Patronato, presidido por la Ministra de Ciencia e Innovación y
el Ministro de Educación, forman parte el Ministerio de Asuntos Exteriores y de
Cooperación, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, el Ministerio de
Cultura, el CSIC, el Consejo Superior de Deportes, la Comunidad de Madrid, el
Ayuntamiento de Madrid, la Junta de Andalucía, el Gobierno de Aragón, Caja
Madrid, el BBVA, Telefónica, GlaxoSmithKline, la Fundación Carolina, la
Fundación Cajasol y los Amigos de la Residencia de Estudiantes.
Actualmente se dedica a la recuperación de la memoria histórica de la
llamada Edad de Plata de la cultura española [1868–1936] a través de la
celebración de actos públicos y exposiciones, y del rescate documental de su
Centro de Documentación. Éste dispone de importantes fondos bibliográficos y
documentales, principalmente del primer tercio del siglo XX, entre los que
destacan los archivos particulares de Federico García Lorca, Luis Cernuda,
Jesús Bal y Gay, Fernando de los Ríos o León Sánchez Cuesta, y de instituciones
como la Junta para la Ampliación de Estudios o el Museo Pedagógico Nacional.
Fachada principal
Recepción